martes, 21 de febrero de 2012

Febrero 2012





Mensaje Graduación Facultad Ciencias Marinas UABC

Cuando recibí la noticia de que sería la persona de mi generación que daría el discurso en este día me pregunté: ¿cómo debía hacerse?, ¿sobre qué tenía que hablar?, y tras algún tiempo con estas preguntas en mi cabeza, me di cuenta de que la mayoría de los que había escuchado anteriormente hacían referencia a algunos puntos que eran constantes en los discursos.

Comencé a cuestionarlos con el afán de hacer de éste un mensaje claro, distinto y sobre todo de profunda reflexión.

Cabe mencionar que no me refiero únicamente a discursos de pasadas generaciones de egresados de Ciencias Marinas, si no en general a los que he escuchado a lo largo de mi vida en distintos contextos. La mayoría de éstos empiezan con un saludo formal dirigido al público presente pero con un énfasis, por decirlo de alguna manera, “adulador” dirigido a autoridades académicas también presentes. Generalmente seguido por la narración de algunos momentos que el orador considera importantes, graciosos, hasta incluso memorables de los cuales él y sus compañeros fueron actores. Entre dichos momentos pueden estar el primer día de clases, salidas de campo inmemorables, días del Oceanólogo e innumerables fiestas; también salen a relucir personajes importantes para la mayoría de los graduados, como el maestro que fue más amable, aquellos con los que compartieron mayor tiempo durante su formación, aquellos que les hicieron pasar momentos difíciles, compañeros que no se graduaron o aquellos de los cuales recordamos algo en particular.

Además de dichos momentos que les traen buenos y malos recuerdos a los ahora ex alumnos, en este tipo de discursos suelen tocarse también temas relacionados a la familia, a las peripecias que ésta y el graduado tuvieron que realizar para costearse sus estudios, a lo que nos depara el futuro, sobre los deseos de volverse a encontrar, a la inmensa felicidad de por fin haber acabado sus estudios, sobre los agradecimientos de los graduados hacia sus familias, maestros, compañeros y sobre todo los buenos deseos.

Sin embargo esta exploración en mis recuerdos no solo me dejo inconforme con lo que tenía que hacer, incluso me dejo más confundido e indeciso. Es por eso que decidí recurrir a una de las herramientas más utilizadas por los jóvenes actualmente. Decidí buscar en internet un tutorial sobre: ¿Cómo realizar un mensaje de graduación?, mi sorpresa fue que encontré similitudes con lo que había recordado y me advertí de cómo éstos tienen una tendencia demagógica, una influencia de una moral alterada por lo que un gran sector de la sociedad considera correcto; y sobre todo, generalizando, que se trata de un acto muy predecible.

Podemos también examinar el perfil que un orador que va a transmitir este tipo de mensaje debiera tener de acuerdo a estas normas de comportamiento dictaminadas por algunos sectores sociales y quizá no sea el “adecuado” para llevarles este mensaje. Muchos motivos pueden ser también causa, como el hecho de que conviví poco tiempo con ustedes, tal vez no conozco muchas de esas anécdotas de las que hay que hablar, o no conocí a muchas personas que fueron importantes para ustedes. Pero el hecho es que aquí me encuentro, desconociendo las razones, y ustedes a punto de escuchar el mensaje que quizá algunos no vuelvan a recibir de mi voz, pero espero que se mantenga presente en sus pensamientos a donde quiera vayan .

Mi intensión no fue menospreciar este momento al ser irónico, sin embargo si la de utilizar esta herramienta para descomponer sus ideas preconcebidas sobre un discurso de graduación y dar lugar al análisis, la reflexión y la crítica acerca de la situación en la que nos encontramos ahora: próximos a graduarnos.

Aquellos recuerdos sobre nuestra vida de estudiantes que nos traen alegría, tristeza, entusiasmo, ganas de abrazar a tus padres o a tus amigos en este momento no tienen que ser recapitulados por alguien diciéndote que hacer, a la manera que otros le dicen cómo hacerlo. El orador no es ningún oráculo ni un amuleto de buena fortuna que definirá tu camino. Quizá solo soy alguien que desea transgredir su filtro mental y exhortarlos a asimilar esta realidad haciendo uso de su razonamiento.

Quizá este proceso amplíe la visión que tengamos de nosotros mismos, y nos ayude a reflexionar acerca del contexto social en el que nos encontramos, el cual afectará nuestro desarrollo profesional, y sobre cuál será la postura que adoptemos para afrontar dichos cambios. Actitudes, anhelos, deseos, que indudablemente han variado durante nuestra formación pero que de alguna manera nos han conducido a este momento han de verse nuevamente en una encrucijada por definir nuestro carácter. Pero es la misma vida y su aliado el tiempo quienes nos mostrarán las lecciones más importantes de las que deberemos aprender, sin embargo será un desperdicio si a lo largo de ella nos mostramos ignorantes de las necesidades y de las carencias de la sociedad en la que nos desenvolvemos.

Felicidades nos hemos convertido en un graduado más de un país donde desgraciadamente el estudio no es un derecho, sino un privilegio; un país donde un título académico sirve para buscar un mejor puesto laboral, donde el deseo de saber pasa a un segundo plano, ya que la situación de extrema pobreza y desigualdad provocada por un sistema incompetente te prepara para ser un ciudadano gobernable, donde culturalmente no importan tus ideales siempre y cuando lleves un poco de pan a la mesa. Aun así nuestro futuro no se encuentre en este país, la situación en el resto del mundo no es tan distinta.

Quizá no todos nos levantamos cada día con el temor de convertirse en aquello que ahora como jóvenes despreciamos, pero seguramente alguna vez lo has pensado. Este país y el mundo no solo demandan graduados, si no seres humanos que amen lo que hagan, capaces de ver y defender las causas justas, y de dar fuerza a quienes la han dejado de tener. Uno no estudia solamente para obtener un título Universitario, si no por el deseo de dejar de ser ignorante, seguir aprendiendo y transmitir conocimiento.

Me despido, no sin antes decirles que ha sido un placer y un honor haber podido conocer Compañeros, Maestros y sobre todo Amigos con los que he podido compartir ideas, sentimientos, deseos y el poder haber aprendido de todos ustedes en esté suelo (Esenada B.C) que he considerado mi hogar durante estos últimos años. Esperando que algún día, donde quiera que estén, cuando sus ojos se vuelvan hacia el mar recuerden aquellos años como estudiantes de Ciencias Marinas en los que sus sueños perseguían ideales de justicia, equidad y hermandad que les han de dar la fuerza necesaria para afrontar su realidad.

OSCAR AUGUSTO BONILLA GONZALEZ

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